Crisis educativa postpandemia

 Crisis educativa postpandemia


En el colegio en donde trabajo ha finalizado el primer periodo, yo soy director de grupo de un grado y pude percibir que de 25 estudiantes que tengo, solamente 4 quedan reportados sin perder la menos una materia, el resto, tienen 1, 2, 3 o más áreas o asignaturas en las que tienen competencias que deben reforzar o alcanzar.

Reviso y consulto otros profes y la situación es bastante similar en otros grados y grupos; sigo indagando al respecto, lo dialogo con colegas de otras instituciones y continua la constante. Así mismo, revisando Facebook en esta semana, me encuentro con un artículo que comparte y sugiere el pedagogo Julián de Zubiría Samper publicado por el diario El País de España, este habla sobre la situación académica de Latinoamérica y plantea en su titular que es la más grave en 100 años, con ello podemos darnos cuenta que es una situación que no solo aqueja a nuestra geografía local, si no también a los países Latinos y quién sabe qué otros más.

Frente a ello, surge la pregunta ¿qué puede estar pasando?, y es esta una situación que he hablado con colegas profes y hemos ido tratando de darle respuesta sobre lo que nosotros evidenciamos en nuestros contextos, por eso me atrevo a mencionar acá algunas cosas que pueden estar sucediendo y que realmente necesitan ser abordadas por nosotros los profes, los padres de familia, los mismos estudiantes y los gobiernos.

Falta de interés o motivación

Esta es una situación que se evidencia en los estudiantes, hoy por hoy vemos chicos sumergidos en cualquier cosa que les ocupa la mente, menos estudiar… Estuvieron tanto tiempo encerrados y padeciendo nuevas formas de vida que hoy están prácticamente nuevamente explorando el mundo, a través de nuevos amigos, nuevos gustos, situaciones emocionales muy fuertes y vulnerables, y esto vienen a ser cosas que alejan a cualquier persona de un contexto que requiere concentración e interés.

Falta de una cultura hacia el aprendizaje académico

Muchas personas hoy por hoy, no tienen en su prioridad ver la educación como algo importante, no sé si es porque existen fuentes de ingreso económico que poco requieren de parte de las instituciones educativas, pero eso es algo que no pasa con todas las personas, puesto que hay otros jóvenes que, si deben estudiar, que necesitan pasar por universidades y encontrar en la formación una oportunidad para transformación en la calidad de vida para su familia.

Acompañamiento de padres de familia

Digo esto con mucho respeto a los padres de familia, que fueron quienes desde que empezó la pandemia se han puesto la 10 con los chicos, haciendo lo mejor de su esfuerzo por acompañarlos en su proceso formativo; pero es momento de no bajar la guardia, nos encontramos en un momento de la historia, en donde debemos seguir acompañando y redoblando esfuerzos para que eso que la pandemia y el encierro nos quitó, no siga arrebatando el conocimiento y la motivación por el aprendizaje en los niños y jóvenes.

Reestructuración de planes de enseñanza

Durante mucho tiempo, a los profes se nos dijo que era necesario flexibilizar y bajarles a los niveles de exigencia a nuestros estudiantes, de hecho, yo fui y he sido uno de los defensores de ello, y con la pandemia, no podíamos ver los conocimientos del aula como lo más importante frente a situaciones externas, emocionales y/o familiares, pero hoy ya es hora de retornar nuevamente nuestra mirada hacia lo que hay dentro de los ambientes de aprendizaje y ocuparnos por mejorar los niveles de competencias académicas presentes en los entornos escolares.

Pensamiento crítico y comprensivo en la población estudiantil

La lectura crítica es un claro reflejo de que estamos frente a una necesidad que requiere intervención social rápida. El Banco Mundial, en 2021, publicó un informe llamado Actuemos ya para Proteger el Capital Humano de Nuestros Niños : Los Costos y la Respuesta ante el Impacto de la Pandemia de COVID-19 en el Sector Educativo de América Latina y el Caribe; allí hizo una mirada desde 2019, antes de la pandemia, cuando ya se vivía una profunda crisis de aprendizaje, en donde el 53% de los niños que terminaban la escuela primaria en América Latina y el Caribe no podía leer ni entender un texto simple y que hoy, luego del cierre de los colegios por casi dos años debido al COVID 19, se estima que ese porcentaje ha aumentado al 64% en toda la región.

Frente a ello, ¿Cuál es la solución?

Atrevidamente, considero que lo realmente necesario es hacerles frente a todos los problemas que anteriormente mencioné y otros más que de manera específica muy probablemente existen, pero esto no se logra a nivel general de la noche a la mañana, es fundamental que cada persona, padre de familia, cuidador, acudiente, estudiante o profe, ahí en su pequeño entorno empiece por identificar qué cosas le están haciendo falta por mejorar o transformar.

Es necesario hacer un alto en el camino y pensar, por parte de los padres de familia… ¿Qué futuro le voy a dejar a mis hijos a nivel de formación? Por parte de los estudiantes, ¿Qué proyectos de vida espero tener dentro de unos años? Sé que estas son preguntas complejas en aquellos contextos en donde no hay para la alimentación, existen casos de violencia intrafamiliar o las condiciones económicas no son las mejores, pero nunca estarán de más formularlas y dejarlas sobre la mesa, y que en su momento empiecen a dar respuestas.

Todo ello porque, si no pensamos por un momento en la realidad educativa de nuestros menores, dentro de unos años, estaremos lamentando mucho más el tercermundismo y las brechas de desigualdad social que desde siempre hacen parte de nuestra geografía nacional y latina.

Por parte de los profes, no sé… Sé que se nos ha dicho y hablado sobre la flexibilización y la importancia de saber entender las situaciones emocionales, familiares y de contexto que viven nuestros estudiantes, pero también como académicos estamos llamados a demandar niveles más altos de rendimiento intelectual, capacidad crítica, pensamiento lógico y otras más que nos presentan las competencias del siglo XXI, nos demanda la Cuarta Revolución Industrial y que se requieren como parte de la formación de ideas para la transformación social del presente tiempo.

No sé si nos tocará seguir trabajando sobre la marcha, (ensayo - error, ensayo – error), modificando prácticas, atendiendo situaciones particulares de estudiantes, y otras prácticas más que nos demanda el ejercicio docente; pero hay algo cierto y que no nos gustaría que se desconozca: Si por un lado en las familias, las situaciones no se encuentran muy bien en muchos aspectos, por parte de los ambientes educativos tampoco; pero todos somos conscientes de algo que nos dijo Nelson Mandela y con lo que hemos mantenido como frase cliché en los entornos escolares: la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo; muchos de nosotros y yo podemos confirmar que es así, puesto que nuestras realidades familiares y sociales, pudieron cambiar gracias a la educación, porque no heredamos más que las ganas de seguir adelante y de querer hacer parte de una transformación educativa en la que hoy estamos inmersos.



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